
» Si tienes una enfermedad rara, o la tiene un hijo tuyo, tienes que viajar porque lo primero que quieres es ponerle un nombre a la rareza. Saber qué tipo de raro eres. Aquí no vale un médico de familia diciendo ‘esto es un virus’. Esto es, en la mayor parte de los casos, para toda la vida y condiciona, por supuesto, tu vida, y la de todos los que están alrededor y te quieren. Y los que están alrededor, habitualmente, te quieren mucho y están obsesionados con tu enfermedad rara. Ellos mismos se convierten en raros.»
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