
«Si esta actividad pudiera activarse clínicamente tan pronto como fuera posible, entonces podría reducirse al mínimo el daño cerebral y acortarse los periodos de recuperación», señala Christopher Connolly, profesor de Neurobiología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Dundee. «Aunque se trata de investigación básica de laboratorio, reabre la puerta a la posibilidad de detener el daño cerebral permanente», añade.
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